La Ruta de la Esperanza.

Rute de l'Espoir, Ruta de la Esperanza. Mala denominación para los más de 700 km que parten de la capital mauritana y se adentran hacia el interior del país.


Pocas veces he visto una carretera con un nombre más desafortunado. La esperanza no es, desde luego, para los cientos y cientos de animales muertos que la flanquean. En el trayecto no veremos 10 o 20 cadáveres de asnos, cabras y vacas, sino 500, tal vez 1000.

Y el olor, a menudo, acompaña.

Sin embargo, sus paisajes son preciosos. Las dunas tienen un color rojizo aumentado por la fina llovizna que lleva cayendo toda la mañana.



Previendo posibles problemas con la gasolina, intentamos llenar el depósito en todos los surtidores que vemos y que tienen gasolina. Realmente, no es que haya problemas de combustible en Mauritania. El problema es que el 99% de vehículos del país funcionan con gasoil, que no falta en ningún sitio. Y nuestras motos serán el no va más, pero el gasoil sólo es útil para limpiarlas.





En cualquier caso, vamos haciendo kilómetros que, de nuevo, avanzan con facilidad. Relajadamente, incluso nos permitimos algunas incursiones en la arena.


A punto de ponerse ya el sol, nos paramos en el arcén a decidir nuestros próximos movimientos. Está oscureciendo, el viento ha arreciado y en el horizonte se está formando una tormenta de arena. Además, si de día los animales que cruzan continuamente la carretera nos ponen en serios aprietos, de noche el peligro es enorme, por lo que optamos por preguntar en un poblado cercano a ver si nos permiten acampar en algún sitio.


En África (y en cualquier sitio, aunque aquí casi lo hayamos olvidado) es una norma no escrita de respeto y educación pedir permiso al jefe del poblado, o al cabeza de familia, para acampar en las cercanías de una zona habitada. Normalmente, es incluso útil, pues serán ellos mismos los que ofrezcan el mejor sitio.

Preguntamos en una jaima cercana y el abuelo nos ofrece alojamiento en un cobertizo, al que nos dirigimos rodeados de 5 risueñas niñas y mujeres. Niñas y mujeres que desaparecerán siguiendo las órdenes del hombre… cosas que tiene el Islam…

Y aquí nos saltamos el último consejo que nos quedaba por saltarnos: no os salgáis de las rutas principales.

Pero el sentido común prevalece, y ni conducir de noche ni enfrentarse a una tormenta de arena parecen decisiones muy inteligentes. Así que dejamos las motos y nos internamos en el poblado, dispuestos a pasar la noche.


Nos acomodamos en el recinto y nos cambiamos de ropa. Cómodos y seguros, nos sentamos en la arena y nos dejamos llevar por la noche, por el desierto, por las estrellas, por la luna llena; nos soltamos a explicar confidencias e intimidades.


Y justo en esos momentos de tranquilidad, tres figuras se recortan en el cielo, enmarcadas por la luz de la luna llena. Tres figuras altas, delgadas, que se dirigen con paso firme hacia nosotros a través de las dunas. En las manos de dos de ellas se recortan, también, las figuras de sendos fusiles.

Mauritania, interior del país, fuera de la ruta principal… Por un momento, tres respiraciones se detienen en la noche del desierto y un pensamiento común aflora: “que sean militares, que sean militares, que sean militares…”.

"...que sean militares..."




3 comentarios:

Anónimo dijo...

JA JA JA , que mamón eres nos dejas con la miel en los labios.
Bueno pues toca esperar al proximo capitulo.
Un saludo

frankiruli dijo...

No me dirás que no he ido rápido...

Si es que con mi memoria de pez (20 segundos), o me espabilo, o me olvido... jeje

frankiruli dijo...

Mamón tú, por cierto