Nouakchott

A estas alturas de la película, tenemos claro que estamos haciendo caso omiso de todos los consejos:
  1. Pasad desapercibidos: damos la nota de mala manera.
  2. No paréis mucho tiempo en ningún sitio: que va; un día en la gasolinera, otro día en Nouakchott…
  3. No os apartéis de las rutas principales: ey, éste sí que lo estamos siguiendo!! Seguro que por poco tiempo…
  4. Avisad a las autoridades: eso sí; seguro que las autoridades y el resto del mundo conocen perfectamente nuestra situación. Ya nos encargamos nosotros de ello.
Para una recomendación que podríamos seguir, la de la Organización Mundial de la Salud, nos la saltamos también a la torera. “O cocido, o pelado u olvidado”, dice la OMS, y nosotros… nos inflamos a ensaladas y bombas de mantequilla!!!


En nuestra defensa diré que no lo hacemos a propósito; sencillamente, ocurre.


En Nouakchott nos acercamos a la Embajada de Mali a solicitar el visado. Y aprovechamos las horas de espera llevando la moto de Alberto al barrio de los talleres y los soldadores, a ver si podemos hacer algún apaño en los faros que iluminan lo que quieren, y no lo que deben.


El soldador no sólo acepta a reparar una barra de la araña que se ha doblado, sino que se ofrece a construir una cúpula de hierro para sustituir a la desaparecida pantalla transparente.



Nos miramos con cara de circunstancias y declinamos el ofrecimiento. Más tarde nos arrepentiremos: hubiera sido curioso ver la pantalla que hubiera construido.

Mientras estamos inmersos en la reparación de la África se desata el diluvio. En pocos minutos se oscurece el cielo y la lluvia empieza a caer a mansalva. El agua empieza a entrar por la puerta del taller, subiendo el nivel y amenazando con cortocircuitar cables,  transformadores y ocupantes.


Desde luego, si no hay más accidentes es porque… Alá no quiere. Tendré que replantearme mis inexistentes creencias religiosas. Este tipo sí que parece cuidar de sus acólitos…



Recogemos los trastos, montamos la moto, reparada más mal que bien, y nos vamos cagando tintas al albergue, cruzando unas calles totalmente inundadas. Nuestro próximo paso será ir a recoger el visado a la Embajada de Mali, pero andando, que nuestras posaderas no soportan más el duro asiento de la África Twin.



Pero… espera un momento!! ¿Que todavía no hemos dado suficientemente la nota? No hay problema, lo solucionamos rápidamente. Creemos que la Embajada debe estar a punto de cerrar, así que no nos queda más remedio que recorrer los 3 o 4 kilómetros que nos separan de ella al trote cochinero.

Os aseguro que tres europeos, corriendo bajo la lluvia, no pasan precisamente desapercibidos en la capital mauritana.



En la embajada de Mali nos dan los pasaportes ya con los visados y regresamos al albergue, a dormir, descansar y prepararnos para continuar nuestra ruta. Aprovechamos las pocas horas libres que nos quedan y, a la mañana siguiente, antes de partir, enviamos de nuevo un correo a España.


joer pues como ha cambiado la cosaaaaaa
 
para empezar; llegamos a la unica gasolinera que hay en los 500 km que separan nouakchot de nouadhibou bajos de gasolina:
teniamos que echar o no llegabamos a nouakchott... pero...
en la gasolinera no tenian gasolinaaaaaa
y el encargado nos dice que q lo mejor el camion venia manyana... o la semana siguiente... ohhhhhhhh
 
estuvimos jugando en las dunas con las motos hasta que hartos de esperar, acabamos cargando las 3 motos en un camion y recorriendo los 240 km a nouakchott a 50 km/h... 5 horas para 240 km. pa flipar
las motos en un camion, con 5 mauritanos y un oficial del ejercito... menuda imagen
 
(manel, puedes publicar lugares sin problemas. con lo que hemos dado el cante por aqui(
 
hoy esta lloviendo y salimos para mali. a entrar ioro du sahel, que seran las carreteras en mejor estado.
 
volvere a conectarme en cuanto pueda; pero de ,o,ento; todo esta de conya: c,est l,afrique.
 
un abrazo a todos

(carinyo, tinc ganes de veure,t(


Bajo una fina llovizna que no deja de caer, abandonamos la caótica ciudad para iniciar el recorrido de la Ruta de la Esperanza.

Que ganas tenemos de abandonar el desierto, a ver si (que paradoja) deja de llover.



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